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Fundación Natalí Dafne Flexer

Neuroblastomas

El neuroblastoma es un tumor sólido que afecta al sistema nervioso simpático periférico, principalmente en niños menores de 5 años. En la mayoría de los casos aparece en las glándulas suprarrenales que se encuentran en la parte posterior del abdomen, por encima de los riñones. También puede estar localizado en cuello, tórax y pelvis.

Síntomas

Los síntomas de esta enfermedad suelen presentarse como inflamación o masa (bulto) en el abdomen que pueden provocar dolor, distensión, constipación. También podrían aparecer: sudoración, masa en el tórax, pérdida de peso, crecimiento lento, pérdida de interés en las tareas cotidianas, cefalea (dolor de cabeza), irritabilidad, compromiso neurológico (menor movimiento de un brazo o pierna, o movimientos oculares intermitentes, temblores), palidez, nódulos subcutáneos, hematomas alrededor del ojo y fiebre.

Diagnóstico

En el momento del diagnóstico, la mayoría de los niños con neuroblastoma parecen muy enfermos porque pueden tener ya metástasis en huesos, médula ósea, hígado o ganglios linfáticos. Otras veces es un hallazgo, se descubre de forma casual al realizar una radiografía o ecografía por otras causas. 

El diagnóstico más certero se determina con una biopsia del tumor y/o de médula ósea, aunque suele estar precedido por ecografías abdominales, análisis de sangre y orina, tomografías computadas, resonancias magnéticas. Existe un estudio específico para este tipo de tumores denominado Centellograma MIBG.

Tratamiento

Las opciones de tratamiento pueden ser varias. 

Existe la posibilidad de solo optar por un seguimiento ya que involuciona por sí solo, dependiendo del tipo de tumor, de la edad del paciente y de la localización.

Si el tumor es pequeño y localizado, puede seguirse solo con estudios sin tratamiento, o puede indicarse solamente la cirugía. En otras ocasiones, se aplica quimioterapia para reducirlo antes de ser extirpado. 

Si la enfermedad está muy avanzada, se utiliza la quimioterapia (con combinación de diferentes drogas, existiendo distintos esquemas de tratamiento), cirugía y en algunos casos se aplica radioterapia.

En los pacientes con la enfermedad diseminada, se pueden realizar autotrasplantes de médula ósea, luego de altas dosis de quimioterapia. Al utilizar sus propias células hematopoyéticas, no es necesaria la búsqueda de donantes compatibles. 

El mejor enfoque de tratamiento es combinado (quimioterapia, cirugía y eventual uso de radioterapia), con el cual se logra mejorar la sobrevida de estos niños. Teniendo en cuenta la edad, factores de riesgo y sobre todo, la extensión y el estadio de la enfermedad, se deciden los protocolos a seguir. Existe también la posibilidad de indicar nuevos tratamientos oncológicos como la inmunoterapia.