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La reinserción en la escuela

La reintegración oportuna a la escuela muestra a los niños que tienen un futuro y que tienen potencial de crecimiento y desarrollo. La escuela es un factor normalizador después de la hospitalización que les refuerza la esperanza de curarse. Sin embargo, deben tomarse en cuenta muchos factores para lograr un ambiente escolar adecuado; maestros, padres y compañeros de clase deben ser informados por el equipo médico acerca de la situación del niño. El niño o adolescente con cáncer necesita ser visto en la escuela como un estudiante, y no como un paciente.

Tanto la enfermedad como su tratamiento pueden producir trastornos en el paciente, tales como náuseas, vómitos y fatiga, los cuales disminuyen los niveles de energía y la predisposición para participar de las actividades escolares.

Otros cambios posibles, que suelen ser temporarios, incluyen aumento o pérdida de peso, hinchazón o distorsión facial, cambios temperamentales, problemas en la coordinación, dificultades para controlar la motricidad fina y gruesa y debilidad muscular. Los pacientes con tumores sólidos pueden presentar cambios quirúrgicos, como amputaciones o cicatrices.

La pérdida del cabello se da en muchos pacientes que reciben quimioterapia y es quizás, para ellos el aspecto más molesto del tratamiento. El cabello puede caer repentinamente o en un período de semanas o meses. El mismo se recuperará una vez que el tratamiento de quimioterapia haya finalizado.

Cualquiera de estos cambios puede provocar burla y rechazo de los compañeros produciendo en el niño enfermo cierta reticencia a reintegrarse a su ámbito escolar.

Los niños que siguen un tratamiento oncológico pueden presentar algunos vacíos en su educación. Esto puede ser causado por estar yendo al hospital, tener períodos de internaciones, los efectos secundarios del tratamiento, o cuando no se sienten bien como para participar activamente en la vida escolar diaria.

Planear la reincorporación del alumno a la clase puede despertar en el maestro distintos sentimientos. La incertidumbre del futuro, los procedimientos a los cuales se somete al niño y los efectos del tratamiento producen un impacto fuerte en el docente.

Concurriendo a la escuela aún durante el tratamiento

Puede suceder que, aunque el tratamiento no haya terminado aún, el niño pueda regresar a la escuela. Esto se da, por ejemplo, cuando los niños con leucemias entran en una etapa llamada "de mantenimiento" en la que asisten al hospital con menos frecuencia y tienen menos efectos adversos, por lo que los médicos recomiendan volver.

Para minimizar los efectos negativos, el niño es alentado a volver a la escuela lo antes posible, aún si es sólo por algunas horas, o algunos días de cada semana, siempre y cuando se puedan establecer esos acuerdos con el establecimiento educativo. 

Tanto si va a reinsertarse definitivamente a la escuela de origen, como si aún estando en tratamiento, tiene momentos en los que asiste, es conveniente informar previamente a los compañeros, para que puedan saber que: 

  • Nadie tiene la culpa de la enfermedad de su compañero ni se enfermó por nada que nadie hizo o dejó de hacer, ni la familia ni otros niños.
  • Esta enfermedad no es contagiosa, no se pueden enfermar por estar con él.
  • A veces usará barbijo para evitar contagiarse él de sus compañeros.
  • No tiene pelo o lo tiene corto porque los remedios que lo están curando atacan las células que se reproducen velozmente. Destruyen a las células enfermas pero también a las sanas que comparten esta característica, como el pelo y las uñas.
  • También puede tener cicatrices, haber sufrido amputaciones, estar más flaco o más gordo.
  • Debe cuidarse de recibir golpes y tener precaución con el catéter.

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