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Fundación Natalí Dafne Flexer

En el hospital

Con la admisión al hospital, el niño entra en un nuevo mundo, con gente nueva, máquinas, procedimientos y rutinas desconocidas. El niño ve a otros pacientes, observa sus condiciones, y trata de encontrar alguna clase de orden en la confusión que lo rodea.

Desde el principio es importante incentivar al niño para que haga todas las preguntas, exprese todas sus preocupaciones y busque las respuestas honestas a la situación por la que empieza a atravesar. La hospitalización puede ser una experiencia traumática para cualquier niño. Esto es especialmente cierto cuando el tratamiento debe realizarse lejos del hogar.

Pasar por procedimientos médicos difíciles o conocer continuamente gente nueva crea tensión. El niño puede angustiarse, ponerse nervioso o cambiar su comportamiento. Para el niño es esencial alguna clase de descarga a través del juego.

Algunos hospitales tienen salas de juego que ofrecen la posibilidad de interactuar con otros de un modo parecido a como lo hacen con sus amigos en casa. En las salas de juego del hospital pierden el miedo, pueden actuar sus temores a través del juego, se relajan y así pueden sobrellevar mejor sus sentimientos.

El personal en estas salas está entrenado para trabajar con niños. Como parte del equipo de tratamiento pueden alertar a otros profesionales o a los padres sobre preocupaciones que el niño exprese a través del juego. Si el niño debe permanecer en cama y no puede ir a la sala de juegos, estos profesionales se responsabilizarán de hacer que la experiencia de internación y tratamiento sea lo más placentera posible, a través de terapia de juego, tareas escolares y otras actividades.

La internación amenaza el sentido de independencia que crece en los niños. El joven es llevado al doctor, al hospital, se le da tratamiento. Su rol es más pasivo que activo. Al adolescente le disgusta particularmente la falta de independencia que resulta de la hospitalización y del tratamiento de cáncer y ellos frecuentemente protestan contra esta forzada dependencia. No es raro que los adolescentes rechacen el tratamiento, transgredan las reglas del hospital, falten a sus citas o realicen actividades en contra de las órdenes del doctor.

Además de rebelarse contra sus sentimientos de dependencia, los adolescentes pueden actuar acorde a la normal resistencia contra las figuras de autoridad y presentar rechazo a actuar distinto a sus pares fuera del hospital. Los padres pueden colaborar permitiéndole al adolescente tener cierta responsabilidad en su propio cuidado y respetando su necesidad de independencia y privacidad.

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Aspectos Prácticos